sábado, 13 de julio de 2024

Último rey de los incas, el (Das Vermächtnis des Inka) (Alemania del Oeste, España, Italia, Bulgaria; 1965)



Título original: El último rey de los incas (Das Vermächtnis des Inka) 

Director: Georg Marischka

Guion:   Georg Marischka, Franz Marischka, Winfried Groth

Música: Angelo Francisco Lavagnino

Fotografía: Siegfried Hold, Juan Mariné

Género: Aventuras, Wester Europeo

Reparto: Guy Madison, Rik Battaglia, Heinz Erhardt, Chris Howard, Geula Nuni, William Rothlein, Fernando Rey, Carlo Tamberlani, Francisco Rabal, Raf Baldassarre, Geza De Rosner, Winfried Groth, Santiago Rivero, José Calvo 


Argumento

En el Perú del siglo XIX, el Gobierno envía dos delegados para negociar con los descendientes de los incas y otras tribus para evitar una rebelión.
Mientras tanto, un bandido que mató a un sacerdote inca varios años antes busca explotar los disturbios para su propio beneficio.


"- Nosotros no sepultamos bajo tierra a nuestros muertos. Descansan en los bosques, para que su mirada eterna contemple nuestras montañas y proteja a quienes se pierden por aquí".

Pues una cinta de aventuras, que prácticamente es un western europeo (antes llamado por mi spaghetti western).
Es una coproducción entre Alemania del Oeste (mayormente), España, Italia y Bulgaria y se nota que hay presupuesto para vestuario y extras, pero no tanto para la imaginación y la fuerza del guion.
Y es que, este, el guion, escrito a seis manos, es de hacer una tesis con ella en cuanto come y bebe de aquí y de allí y no se toma en serio la historia, insertándose a la historia de aventuras, el terceto cómico de la función que, la verdad, no hace mucha gracia que digamos.

 
Esto le resta seriedad al conjunto.
Por lo demás, escenas de acción que no son nada del otro jueves, situaciones trilladas, tópicas y típicas, si exceptuamos su parte final, que al menos tiene algo de epopeya y épica.
Buena fotografía a cargo de Siegfrid Hold y nuestro Juan Mariné, siempre excelente, a toda pantalla por lo menos, y pare usted de contar.
Es algo larga para lo que cuenta (y cómo lo cuenta) y se hace algo pesadita, aunque se puede ver mientras se sestea.  

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