Venganza de los gladiadores, la (Vendetta dei gladiatore, la) (Italia, 1964)

 

Título original: La venganza de los gladiadore (La vendetta dei gladiatore)

Director: Luigi Capuano

Guion: Arpad DeRiso, Roberto Gianviti. Historia: Luigi Capuano, Arpad DeRiso

Música: Giuseppe Piccillo

Fotografía:  Raffaele Masciocchi

Género: Péplum

Reparto: Mickey Hargitay, José Greci, Livio Lorenzon, Renato Baldini, Andrea Checchi, Nerio Bernardi, Adreina Paul, Mirko Ellis, Bruno Scipioni, Dante Maggio, Walter Barnes, Jeff Cameron, Benito Stefanelli, Giovanni Cianfiglia, Aldo Canti

Argumento

Los vándalos, al mando del temible Genserico, se aprestan a invadir Roma.
La hija del emperador es capturada por el hijo del jefe de los vándalos y Fabio, hijo del heroico general romano Ezio, junto a seis inseparables amigos gladiadores leales a los más humildes y necesitados, luchará, primero, para rescatarla y luego para intentar derrotar a Genserico.
Pero no solamente existe el peligro de los vándalos, sino que algunos políticos conspiran para derrocar al emperador.

Péplum poco inspirado pero llevadero que tiene como mejor baza la presencia de entrañables intérpretes italianos, presentes en este género y en otros de amplia aceptación popular. Me refiero al siempre cachondo Livio Lorenzón, Renato Baldini, Andrea Checchi, Mirko Ellis y/o José Greci, que en contra de lo que se podría pensar por su nombre, no es del género masculino, sino femenino.
Dejando esto aparte, la película no posee apenas imaginación en la puesta en escena, aunque sí algunos diálogos apreciables, siempre cuando aparece el personaje de Lorenzón y al comienzo, con el emperador y los dos conspiradores y el general romano.
Tiene peleas, bastantes y no pocas incongruencias, hasta el punto de que la película se debería haber titulado "Siete contra todos los malos", puesto que ellos solos son capaces de ganar cualquier batalla, por muchos que sean sus enemigos.
En cuanto al final, un poco extraño, dejando a un personaje imprescindible de la mano de Dios, no sabiéndose su sino.
En definitiva, que se puede ver pues no se puede decir que aburra hasta las ovejas, pero no tiene nada especial que recordar al de poco de verla.