viernes, 7 de noviembre de 2025

Fugitivos de la jungla (El templo del elefante blanco) (Sandok, il Maciste della giungla) (Italia, Francia; 1964)

 

 

 


Título original: Sandok, il Maciste della giungla

Directores:  Umberto Lenzi

Guion: Umberto Lenzi, Fulvio Gicca Palli

Música: Georges Garverentz

Fotografía: Angelo Lotti

Género: Aventuras

Reparto: Sean Flynn, Alessandra Panaro, Marie Versini, Mimmo Palmara, Arturo Dominici, Giacomo Rossi-Stuart, Fortunato Arena, Salvatore Gorghese, Andrea Bosic, Giorgio Cerioni, Enzo Fiermonte, Seyna Seyn, Nello Pazzafini, Dakar


Argumento

En la India, los fanáticos miembros de la secta del Elefante Blanco secuestran al oficial colonial Reginald Milliner y a Cintia, la hija de un aristócrata británico.
Los miembros de la secta se ocultan en la profundidad de la selva, pero el teniente Dick Ramsey tiene un plan para liberar a los rehenes de las manos de los fanáticos. 


Coproducción entre Italia y Francia, una de aquellas películas que veíamos de chavales en los cines de barrio y tanto nos gustaban, tuvieran o no mucha calidad.
Esta es una pena por cuanto comienza verdaderamente bien. Su comienzo y posterior desarrollo, mientras el protagonista pertenece al ejército colonial, está bien. Es entretenida, con buenos diálogos y situaciones bien filmadas.
Pero poco a poco el argumento se vuelve reiterativo, con multitud de tópicos típicos en esta clase de simpáticos (sub) productos, llegando a cansar pese a su más bien corta duración.
Ni si quiera la presencia de tres bellas actrices y la apostura de su protagonista, Sean Flynn, hijo de Errol, desaparecido en Chi Pou, Camboia, seis años después del rodaje de esta cinta.
Y es que está llena de incongruentes escenas, como las que suceden en las mazmorras del Templo del Elefante Blanco, donde incluso en una ocasión el protagonista, preso en una de ellas, de repente le da por empujar la puerta de la misma y la encuentra abierta y además, sin ninguna vigilancia. En fin...
Eso sí, la fotografía es bonita, a cargo de Angelo Lotti, que da lustre a los preciosos exteriores de Ceylan.
Pero es, en líneas generales, un rollete.

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